Creo que la excelencia en la enseñanza requiere estudio, reflexión, horas de rodaje para aprender a soltar el guion, escuchar el momento y confiar en la sabiduría que ya habita en los participantes.
La sabiduría situacional: más que un manual, una práctica.
En mi trabajo acompañando a profesores y participantes en programas de mindfulness —como el MBSR—, una de las competencias que cultivamos es la capacidad de responder con sensibilidad, autenticidad y criterio a lo que va emergiendo en cada momento. Esta habilidad, conocida como sabiduría situacional, no se adquiere únicamente a través de teorías o técnicas, sino que se desarrolla mediante la práctica viva, la experiencia directa y una reflexión consciente y constante. Podríamos ver este tipo de sabiduría como un arte que requiere de espacios seguros donde la persona sienta que puede practicar, equivocarse, observar y reflexionar, una y otra vez.
Acompañar sin dirigir: ética y límites en la enseñanza de mindfulness.
Cuando facilitamos un programa como MBSR, asumimos una posición de autoridad, pero esta autoridad se ejerce desde una ética relacional que prioriza el acompañamiento sobre la dirección rígida. Inspirados en Winnicott, creamos un ambiente seguro y suficientemente bueno donde cada persona puede explorar y crecer.
Acompañar de esta manera supone confiar en el proceso interno de cada participante, validar su experiencia y, cuando es necesario, introducir un cierto grado de desafío para fomentar la evolución personal. Una de las claves para no caer en el autoritarismo es el ser transparentes sobre esta asimetría, como cuando en el diálogo del MBSR invitamos a no mantener conversaciones cruzadas entre los participantes aunque sí con la profesora, quien, en base a su criterio, responderá con lo que crea que puede nutrir ese momento de aprendizaje, ya sea con otra pregunta, una propuesta de práctica, un silencio o una respuesta directa.
La sabiduría en el terreno de Mindfulness es la presencia, no es saberlo todo, sino habitar el momento tal y como se presenta, y hacerlo con apertura, paciencia y humildad. Es intuir cuándo avanzar, cuándo acompañar en silencio y cuándo sostener el espacio con compasión y presencia.
Otras claves importantes son la capacidad de poner límites que protejan el aprendizaje de todos —aunque no siempre resulte cómodo— y la de sostener la incertidumbre del no saber, haciéndolo con humildad.
Por eso, más allá del protocolo del MBI que se esté siguiendo, lo esencial es habitar la presencia cuando el guion se queda corto, algo que, probablemente, ocurrirá siempre que estemos realmente interesados en el proceso de aprendizaje de las personas, y no solo en la transmisión de contenidos.
Por eso, para mí, un instructor preparado no es solo quien domina el contenido, sino quien vive las actitudes de mindfulness en su propia vida y relación con los demás. Confía más en el proceso que en sus propias ideas, puede sostener la ambigüedad y facilitar descubrimientos sin ofrecer respuestas prefabricadas.
Por tanto, aunque programas como el MBSR cuenten con un protocolo riguroso y validado, la enseñanza no se reduce a seguir un manual.
En los momentos inesperados, cuando el guion no basta, emerge lo esencial: la capacidad de estar presentes en la incertidumbre.
Como dice Jon Kabat-Zinn, la invitación es a sentarse con el “no saber” y a co-crear con los participantes un currículum vivo, que se despliegue momento a momento, confiando en una conciencia amplia, amable y abierta.
La meditación -o lo que llamamos la práctica formal- es fundamental, pero no lo es todo.
La práctica de la meditación es el terreno desde donde surge la transformación, pero debe estar acompañada por reflexión, estudio, ética y relaciones auténticas. La práctica sin conciencia puede volverse un hábito vacío; solo cuando se sostiene con curiosidad y apertura genuinas, la práctica se convierte en una fuente de aprendizaje profundo y duradero.
Acompaño a personas y grupos desde una mirada viva y auténtica, ofreciendo formaciones para profesores, retiros y programas diseñados no solo para cultivar competencias técnicas, sino también para nutrir la presencia, la sabiduría y la ética en la práctica y en la enseñanza.
¿Quieres conocer más o formar parte de un programa, retiro o formación a medida?
